martes, 13 de enero de 2015

Diarios de clase 3

Miércoles 26 de Noviembre

Ombligo de la semana, que rápido se pasan los días, y más cuando haces lo que más disfrutas que es trabajar con niños y ayudarlos a ser mejores cada día, y sobre todo, encuentren el sentido de ir a la escuela todos los días.
Hoy tocaba la asignatura de Matemáticas, mi planificación trataba sobre localización y trazo de alturas en diferentes triángulos, empecé pegando en el pizarrón diferentes triángulos hechos con fomi, eran muy grandes y llamativos, por lo cual ellos se interesaban al verlos, querían ser partícipes de la actividad, después los pase a que trazaran el área de uno de ellos, al finalizar ellos me dirían porque lo hicieron de esa manera, y que tipo de triangulo era.
Para poder trabajar con este contenido que a mi parecer es un poco complicado, ya había platicado anteriormente con su profesora, para saber si tenían conocimiento de lo que les iba a hablar, la cual me afirmo que ellos ya habían visto ese tema, que fue un poco tardado pero al final de cuentas quedo comprendido el tema de altura de los triángulos.
Es por eso que al pasarlos al frente la mayoría de los alumnos podía realizar sin problemas la actividad, menos uno.
Ese alumno que desde la primera vez que entre al salón me causo mucha inquietud ya que era muy inquieto, era muy difícil que se concentrara en algo además era repetidor de año y no sabía multiplicar y tampoco diferenciar números.
Me llamo mucho la atención que él no se tomara la delicadeza de sacar su cuaderno y anotar todo lo que estábamos haciendo, así como sus compañeros lo hacían, él estaba solo volteando al techo como si las respuestas aparecieran por arte de magia, como si tratara de encontrar algo volteando para arriba.
Me senté con él y le dije: ¿Qué es lo que pasa contigo? ¿No quieres pasar a sexto año?
Rápidamente me contesto y me grito: SI MAESTRA
Platicando con él le dije que tenía que hacer todos sus trabajos si quería pasar de año y me dice: Entonces présteme sus plumones para colorear las figuras, y yo sin pensar saque todos mis útiles y se los puse en la mesa, se emocionó tanto que rápidamente empezó a colorear todo.
Aunque un poco más tarde que los demás, ese alumno que no quería hacer nada, termino por hacer su trabajo como los demás, no importa el tiempo si no el esfuerzo que hizo para lograrlo.
¿Cómo es posible que con algo tan sencillo como unos plumones se despierten las ganas de trabajar de un alumno?
Y es que es tan sencillo lo que podemos hacer para cambiar la actitud de un niño, con unas simples palmadas en el hombro, o tal vez “Buen trabajo, sigue así”, hacen la gran diferencia, solo es cosa de tener ganas de hacerlo, de querer ver salir adelante a tus alumnos, no dejarlos caer, hacerlos que saquen lo mejor de sí, que encuentren el sentido de ir diario a la escuela, de tener la misma rutina durante muchos años.

No son problemas, no hay niños sin ganas de trabajar,  tal vez es que no hay profesores que están ahí cuando sus alumnos los necesitan.

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